Agustín Probanza | 24 de octubre de 2018
Son ríos de tinta los que han corrido respecto a la tesis doctoral del actual presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez Pérez-Castejón. O más bien torrentes, dado que han llevado mucho caudal informativo, en poco tiempo. Y el agua de arroyada va rápida, movida y turbia.
En unos días, y a instancias del Partido Popular, se pretende que Pedro Sánchez acuda a la Cámara Alta a dar explicaciones sobre la génesis, contenido y tramitación de su tesis doctoral, presentada y defendida en la Universidad Camilo José Cela (UCJC) el 26 de noviembre de 2012 (según consta en TESEO la base de datos del MECD que compila las tesis doctorales defendidas en las universidades españolas -públicas o privadas-). No vamos a abordar aquí si hubo o no plagio, ni qué porcentaje de texto fue clonado o según con qué programa de detección de plagio se considera como tal. Esa tinta ya fluye curso abajo. Vamos a centrar el tiro (en términos figurados) en algunos aspectos administrativos y legales de su tramitación, y en el concepto de privacidad de la tesis doctorales.
De las sospechas de plagio en la tesis de Pedro Sánchez a la mentira en el Congreso
Es, desde luego, llamativa la composición del tribunal, que se puede comprobar a través de TESEO. Dos de los vocales (los Drs. Padilla Fernández-Vega y Blanco Fernández) son «hermanos» de nuestro doctor Sánchez: comparten directora de tesis con este. Ambos defendieron la tesis en la UCJC catorce y diecisiete meses antes que Sánchez. Doctores bisoños. Aunque un tercer vocal, lo es más aún: el Dr. Pérez Pérez-Camarero, que había defendido su tesis dos meses antes que Sánchez en la Universidad de Castilla-La Mancha. Esto sorprende y quizá pudiese explicarlo la Comisión de Doctorado de la UCJC. Es una regla común, frecuente en muchas universidades españolas, que los miembros de tribunal de tesis tengan al menos un sexenio de investigación, que garantice un mínimo background en el campo específico de la tesis a juzgar.
También es llamativa la polivalencia de la directora de tesis de Sánchez -y sus hermanos vocales- la Dra. Cepeda González (UCM, 2002), quien viniendo del ámbito de la historia económica puede dirigir tesis sobre políticas de cohesión de la Unión Europea, sobre análisis numérico de la teoría cuantitativa del dinero en el corto plazo, o como en el caso de Pedro Sánchez, acerca de la diplomacia económica. Una versatilidad envidiable.
Sería interesante conocer -por mor de la aclamada transparencia- cómo fueron los pasos previos en la tramitación de la tesis a su defensa pública. La aprobación del proyecto de tesis en el Departamento -el informe ad hoc- , si hubo solicitudes de consulta del manuscrito cuando se depositase en el Departamento y en Doctorado, los informes previos de profesores externos antes de la propuesta de tribunal… y la selección y elección del mismo.
Otro de los aspectos que han sido arrastrados por los ríos de tinta es el concepto de privacidad de la tesis doctoral… del Dr. Sánchez o de cualquier otro mortal. Cabe considerar en primer término, que el objetivo de cualquier tesis doctoral no es otro que adentrarse en las fronteras de cada ciencia y tratar de ampliar en nuestro conocimiento. Cada ciencia, cada disciplina es una obra común, en la que se construye su cuerpo teórico cuánticamente, a partir de la adición de aportaciones más o menos grandes, profundas o novedosas. No tiene por tanto sentido hacer ciencia, explorar lo ignoto, desentrañarlo… y guardarlo después en un cajón. Sería una suerte de onanismo intelectual, vacío, estéril y antinatural. Por tanto, los resultados de cualquier tesis doctoral tienen un sentido básico en su comunicación pública y abierta. De hecho, la misma presentación de la tesis se ha denominado toda la vida “defensa pública de la tesis”.
Una segunda consideración en torno a la privacidad de las tesis es la de los aspectos legales. La lectura de la tesis doctoral, una vez que se ha solicitado la expedición del título, hace que se alcance el máximo rango en la formación universitaria: el grado de Doctor. Este rango no es honorario, hay un título expedido por el ministerio, y en muchos casos faculta para determinadas actividades profesionales. Su tramitación es -debe ser- transparente con posibilidad de consultar el manuscrito tras su depósito y antes de la lectura pública. No es por tanto algo que se hace entre penumbras, sino que es público, con luz y taquígrafos.
Con todo, resulta sorprendente lo críptica que resultó la memoria de la tesis (el manuscrito) al inicio de esta historia, cuando fue destapada por ABC y OKdiario. La tesis era inaccesible vía TESEO (algunas lo son, otras no) y solo se podía revisar el ejemplar depositado en la Biblioteca de la UCJC in situ, como si fuese el Codex Amiatinus, y contrarreloj. El devenir de la riada de tinta hizo que se autorizase su subida a TESEO y ahora es perfectamente consultable… y consultada por los caza-plagios. Ayer pude hacerlo yo mismo, y en un repaso de la tesis del Dr. Sánchez me llamó la atención la heterogeneidad del formato en las referencias bibliográficas, y una nimiedad: la tesis carece de dedicatoria ni de agradecimientos… da que pensar esta nimiedad.
Seguirá la arroyada de tinta, porque el tema -por el Doctor Sánchez, por las sombras que persisten- es jugoso política e informativamente. De este laberinto solo sale Teseo, liquidando al Minotauro.
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